Menopausia y entorno: sí, el ambiente también importa
- Maru Camarena
- hace 4 horas
- 4 Min. de lectura
Durante la menopausia, todo cambia. Y aunque nos enfocamos en las hormonas (porque claro que influyen), casi nunca volteamos a ver otra cosa igual de importante: el entorno en el que vivimos.
El aire que respiras, el ruido que escuchas, los productos que usas en casa, el ritmo que llevas… todo eso también afecta (positiva o negativamente). Y cuando hablamos de menopausia y entorno, estamos hablando de una relación silenciosa pero muy poderosa.
Este blog es una pausa. Para que mires a tu alrededor, reconozcas lo que sí puedes cambiar y te sientas acompañada. Cuando hablamos de salud femenina, también hablamos del entorno.

¿Qué tiene que ver la menopausia y el entorno?
Hay días en que te levantas sintiendo que el cuerpo no te da para más. Estás cansada, con dolor de cabeza, bochornosa, y un humor ¡bárbaro! Pero no sabes bien por qué.
Y entonces viene la clásica duda: “¿Será que ya me está pegando la menopausia?” Puede ser. Pero no estás sola. Y esto te lo digo con cariño: no todo está “en tu cabeza”… también está en tu entorno. Sí, en el aire que respiras, en los productos que usas, en el ambiente y en otras mil cosas.

Lo que no ves...
Creemos que cuidarnos es solo comer bien, movernos más o dormir mejor. Y claro que todo eso ayuda. Pero déjame decirte que el ambiente influye. Ese aromatizante que huele a “casa limpia”, el plástico donde guardas la comida, el agua de la llave con sabor raro, la luz que tienes prendida hasta la medianoche. Y en esta etapa de menopausia (donde las hormonas ya están haciendo su propio reajuste), cualquier cosita extra se siente más fuerte.
¿Te has sentido así? Porque no eres la única.
Te duele la cabeza y no sabes si fue el perfume o el estrés.
Tu piel se pone rara cada vez que limpias la casa.
El insomnio se aparece aunque no tomes café desde 1998.
Tienes bochornos más intensos.
Te cuesta concentrarte.
Y no, no estás exagerando. Lo que sentimos es real. Tu cuerpo no necesita evidencia científica para reaccionar. Reacciona y punto. Y si hay algo que nos ha enseñado esta etapa, es que ya no estamos para ignorar señales.
¿Entonces qué hago? ¿Me vuelvo extremista?
¡Ni lo pienses! Esto no se trata de obsesionarse ni de tirar todos los productos del baño. Se trata de "¡darte cuenta amiga!" de que el autocuidado también incluye tu entorno. Y de que hay cosas chiquitas que sí están en tus manos.
Aquí van algunas que me han servido (y que no cuestan un ojo de la cara):

Ventila tu casa todos los días. Si pasas mucho tiempo en casa o trabajas desde ahí, el aire encerrado puede afectar tu ánimo, tu energía y hasta tus bochornos. ¿Y lo mejor? No tienes que hacer limpieza profunda, ni prender velas mágicas. Solo abrir la ventana.
Usa menos químicos en lo que pones sobre tu piel o en tu casa. Revisa sus ingredientes. Muchas veces ponemos toda la atención en la comida (y sí, importa), pero observa si tus productos de limpieza huelen fuerte. Cambia uno por uno más neutro. Si tu shampoo, crema o perfume tiene una lista eterna de ingredientes que ni puedes pronunciar, prueba una versión más sencilla, más noble con tu piel.
Cambia el tupper de plástico por uno de vidrio. El microondas NO es buen amigo del plástico. Aunque no se derrita muchos químicos se desprenden y terminas comiéndolos.
Busca espacios donde puedas ver algo verde, aunque sea una maceta. La naturaleza, por mínima que sea, baja el ritmo. No necesitas un jardín. Una menta en la ventana, un cactus en la cocina, una suculenta que te regalaron… cuenta.
Habla de esto con otras mujeres. Pocas cosas alivian más que una plática honesta. Si algo no te está haciendo bien háblalo. Hay otras mujeres que también se sienten así, que están viviendo esta etapa en silencio, pensando que solo les pasa a ellas. Nos pasa a muchas. Y compartirlo es prevenir.
No postergues tus cuidados solo porque “estás muy ocupada”. Sí, ya sé que tienes mil pendientes. Pero por eso vale la pena parar y cuidarte. No te esperes a que todo se ponga peor para hacer algo. Darte atención puede darte respuestas y opciones para acompañar esta etapa con más claridad.
No se trata de hacerlo perfecto
Sabemos funcionar en el caos. Somos expertas en seguir adelante en él . Pero llega un punto (y la menopausia suele ser uno de ellos) donde el cuerpo ya exige.
Cuidarte es mirar lo que te rodea. Y yo sé que mucho no depende de ti, pero hay otras cosas que sí están en tus manos. Cambios pequeños que pueden marcar una diferencia enorme en cómo te sientes. Así que no dejes que esto pase desapercibido. Si últimamente sientes que algo no cuadra con cómo te sientes, si el cansancio no cede, si tus bochornos se volvieron un inquilino fijo, o si simplemente quieres entender mejor lo que te pasa… haz una pausa.

Haz una pausa y revísate. Porque esta etapa no tiene que vivirse con confusión ni en automático.
Y si esto que leíste te hizo sentido, compártelo con otra mujer. Porque cuando una empieza a cuidarse, nos abrimos camino entre todas.
¡Nos vemos las siguiente semana!
Comments